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miércoles, 8 de julio de 2009

Como siguen las cosas por aquí

miércoles, 8 de julio de 2009
El martes pasado me fui a dar señales de vida al trabajo (aun sin haber recuperado la maleta, que llegó unas horas después), me dieron una mesa, un ordenador (pantalla táctil!!) y una descripción en 5 min. de mi tarea (y apañetelas), pero bueno, poco a poco va saliendo adelante, no es una tarea difícil, pero sí muy laboriosa, incluso tediosa, diría yo. Como no me dieron más explicaciones voy preguntando de vez en cuando como funcionan las cosas. No hay nevera, ni microondas ni nada por el estilo, sólo máquina de café y dispensadores de agua, así que he decidido hacerme al horario europeo, desayuno completo, un sandwich a la una, delante del pc (el descanso para el café con los compañeros) y cenar en condiciones. El invento me va bien y así puedo salir antes y aprovechar la tarde, sin embargo la mayoría de mis compañeros se van a casa a comer.

Lo de salir antes lo tengo que aclarar, en la convocatoria de beca no ponía cuantas horas tengo que echar, sólo que tenía que respetar el horario que me pusiese el centro, pero de eso, a mi, no me han dicho nada. Después de cuatro días por allí le pregunté a unos compañeros "Oye, vosotros tenéis horario?" "No" "Ahh, eso me parecía a mí", cada uno entra y sale cuando le parece pero sacan su trabajo adelante, que al final es lo que importa.

A mi tutor lo he visto tres ratos, el hombre está siempre de viaje y metido en mil asuntos, así que no sé si ando como perro sin correa o como oveja sin pastor, algo a caballo entre los dos, supongo.

De la ciudad aun no he visto demasiado porque a donde me he ido a hacer turismo intensivo ha sido a Bilbao que está a tiro de piedra en autobús.

De Bilbao traigo un recuerdo agridulce. La ciudad es digna de visitar, le han dado un lavado de cara impresionante y ya no es la ciudad gris y sucia que cuentan. Lo moderno se mezcla con lo antiguo en una extraña armonía, parece que todo fuera de diseño, y la lluvia no es excusa para no hacer fiestas por la calle. Con el tema del idioma, nada que ver con Barcelona, ahí no te encuentras con alguien que te conteste en catalán cuando le hablas en castellano, sencillamente porque vasco, por la calle, no habla nadie, sólo a dos personas vi. Y pese a eso es fácil encontrarse con dramas personales de represión, marginación y miedo. Es curioso como, al igual que los maltratados se convierten en maltratadores, los reprimidos se convierten en represores... pero no me corresponde a mí contar esas historias.

Para concluir, que nadie me malinterprete, que toda la desorganización me la tomo a risa, que a fin de cuentas estoy aquí de vacaciones y las preocupaciones y el perfeccionismo he conseguido dejarlos en casa, la gente es estupenda y, de momento estoy aquí muy agusto :)

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